Tradiciones y sociedad

Las tradiciones vascas leen el pasado desde el presente. El País Vasco actual no tiene mucho que ver con el país de origen misterioso que cautivó al intelectual prusiano Wilheim Von Humboldt en el siglo XIX. Si bien las tradiciones se materializan como patrimonio intangible heredado del pasado, se han ido adaptando inevitablemente a los valores y exigencias de la sociedad vasca y ello se refleja en el aumento de la presencia de la mujer en fiestas y celebraciones.


El caserío es, sin duda, la estructura y organización social cuya huella es más profunda en el imaginario vasco. Es una explotación agraria basada en la unidad familiar, una institución fundamental en el mundo tradicional vasco. Hoy en día, aunque la actividad rural no tiene el peso del pasado en la economía vasca, el caserío sigue siendo un símbolo de la tradición vasca. La vida en torno al caserío integra otra tradición vasca que aún hoy sigue vigente: la auzolana. Los caseríos estaban organizados en barrios y las relaciones entre barrios se basaban en la ayuda mutua. Las altas cifras de asociaciones y organizaciones no gubernamentales existentes en la actualidad en el País Vasco, podrían ser una lectura renovada de la red de ayuda mutua del pasado.

Otro rastro de tradiciones pasadas son las plazas y frontones vascos donde en la actualidad se siguen celebrando ferias y actos políticos y sociales. En 1965 se celebró en el pórtico de la iglesia de Durango la primera feria del libro y disco vascos y desde entonces se ha convertido en uno de los principales puntos de encuentro de los euskaltzales. Más de una feria vasca ha perdurado desde la Edad Media hasta nuestros días. Es más, algunas de ellas se han convertido en un interesante ejemplo de sintonía con los valores actuales, ya que en nuestro país hace tiempo que se han celebrado ferias que fomentan la economía sostenible y la cercanía entre el centro de producción y el comprador, adquiridas amas por los movimientos Km 0 y Slow Food.

Otra muestra de las tradiciones vascas son los deportes rurales. En el origen de la mayoría está el mundo de trabajo de la sociedad tradicional vasca, por ejemplo, en el origen de las regatas hallamos la pesca ballenera. Si bien no surgen de ese mundo de trabajo, la pelota vasca se ha convertido en un deporte de alto nivel y las carreras de montaña que se organizan en nuestro país destacan internacionalmente.

El grupo de amigos y amigas es el principal centro de socialización vasco y se han creado estructuras propias: las cuadrillas. Basada en la amistad, esta estructura aparentemente informal contiene un funcionamiento y unas reglas implícitas. En definitiva, la cuadrilla vasca es una estructura de protección que integra derechos y deberes. Otra estructura social propia de los vascos son las sociedades gastronómicas. Desde que en 1870 se fundó la primera en Donostia/San Sebastián se han convertido en un centro destacado de socialización y en la actualidad son espacios para disfrutar de los amigos y amigas en torno a una mesa. Hoy en día son pocos los pueblos pequeños e incluso los barrios en los que no hay una sociedad gastronómica.

La gastronomía vasca es conocida a nivel internacional y hay un fenómeno contemporáneo, los pinchos, que demuestra que las tradiciones cambian constantemente. Desde que en la posguerra se inventó el pincho llamado gilda en Donostia/San Sebastián, se han ido sofisticando hasta convertirse en un excepcional escaparate de la alta cocina vasca. Ligado a los pinchos, en el siglo XXI el pinchopote se ha arraigado y extendido hasta convertirse en una nueva tradición.

Joseba Zulaika

Antropólogo y profesor en el Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada.